![Imagen](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9p1AzX6TKJryFa5kBwYahQxA7j9eveCkZJR7bhiutYhMn29W6e5vJLMloOr09MSv3hRe3nBylqJnjHhispFQDKGFn4LIx6z2EHs9g2tsqx575qgn1XVQ9H_1lzvBPQD3wwnuO8_Z96SV4mrUy3FEL57YxlTX-CzN1BuIS7E-riwMrLmXtaIejcY2mLuo/w640-h422/Desconectarse.png)
Algo así como desconectarnos En ocasiones parece obligatorio entrar en estado de hibernación, hacer una pausa larga, si se puede, para vaciar la papelera de reciclaje de nuestra mente y volverla a llenar con nuevos datos inservibles, y así dejar solo lo que es importante en nuestro espacio mental. Se trata de un ejercicio un tanto difícil, porque la mayoría de las veces, si no todas, no sabemos clasificar lo que nos sirve de lo que no. Andamos acumulando datos, todos en la misma carpeta de “interesante” o “importante”, sustentados en la idea de que “para algo servirán”. Somos unos descuidados con nosotros cuando permitimos que nuestro tiempo y espacio se llene de información sin clasificar; es decir, cuando escuchamos y vemos todo sin atender al detalle de para qué lo hacemos, qué función cumple o cumplirá en nosotros, en nuestra experiencia de vida. La medida que hemos usado para establecer ciertos límites entre la información que gravita a nuestro alrededor y nosotros es “el gust