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Mostrando entradas de agosto, 2023
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Por estos días escuché el concepto de persona inflamada. Imaginé a una persona pesada, con su piel enrojecida a punto de reventar, caminando despacio, con la mirada fija y los párpados abultados. Más adelante supe que se refería a la persona estresada. Se me ocurrió que era la mejor forma que había escuchado para definir el estrés en alguien, lo que hace y cómo nos sentimos bajo un fuerte estado de presión que no siempre se refleja en nuestro cuerpo si no hasta cuando alcanza niveles que superan nuestra capacidad de soportar. Porque eso es el estrés: la medida que tenemos de aguantar una presión que, valga decir, no es igual para todos; pero una vez alcanzada la medida, las consecuencias parecen ser iguales y podrían resumirse —a riesgo de caer en simplicidades— en un sentimiento de inadecuación que se instala en nuestro cuerpo y mente. Algo en nosotros se desajusta y todo el engranaje se disloca, las piezas comienzan a rosarse y esa fricción hace que dentro todo comience a hervir. 
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  De pronto uno se siente muy cansado, algo asqueado, y se le ocurre que todo puede irse al carajo —o a la porra, como dirían—; ese es un buen lugar para descargar todos los pesos absurdos que acumulamos con los días, que en ocasiones se convierten en meses, en años… en toda una vida. El problema ocurre cuando no sabemos qué es lo que queremos mandar allá, porque lo que nos cansa a veces no es tan evidente y mucho menos el lugar a donde podría llegar: carajo es un lugar que carece de coordenadas. Saber qué es lo que nos tiene cansados, con dolor en los huesos, con insomnio o somnolencia —porque las dos aplican para el cansancio—, desganados, alterados o desatentos al disfrute de la vida, constituye el primer paso para comenzar a eliminarlo; pero ocurre que esta pesquisa se convierte también en motivo de cansancio. Esa mirada permanente sobre nosotros, esa indagación incesante, si no se modula se convierte en una trampa que termina por arruinar cualquier intento de salir del círculo vic
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  En el “trastorno de la personalidad por evitación” ocurre que la persona se siente inadecuada, por lo general recurre a pensamientos derrotistas en los que el panorama se presenta oscuro, y en el que los otros solo aparecen para burlarse o reprochar lo que él es —la descalificación es la constante—. También es común, que por esta misma razón, necesite largos periodos de soledad para sobreponerse a sus propias impresiones luego de que se atreva a ser visto, o antes cuando planea dejarse ver. Es muy contradictorio lo que ocurre porque en el fondo quiere estar con la gente, siente que tiene algo interesante que decir y hacer, pero el temor lo limita y encierra. Dicen que la raíz del problema se encuentra en una baja autoestima, tal vez causada por una descalificación sistemática durante la infancia y adolescencia, momentos cruciales para fortalecer su imagen. El tema es tremendamente complejo si tenemos en cuenta que la realización individual está vinculada al otro en el reconocimient
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  En ocasiones todos los daños ocurren al mismo tiempo, se desprenden como una cascada de sucesos y te llevan con ellos. Pueden ser daños sencillos como el de una tubería cuyo roto está inundando el apartamento de tu vecino, y en el proceso de corregirla vez el tuyo lleno de huecos, polvo, escombros y con gente extraña caminando por los pasillos rompiendo lo que haya que romper. Todo el entorno se ha transformado, no importa cuánto dure, el escenario al que estás habituado es ahora un caos y por más que quieras conservar la calma que te da la rutina, no es posible porque ha sido alterada. En ese esfuerzo por mantener la línea que traías comienzas a sentirte desgastado, asqueado; lo que se evidencia en un cansancio físico inusual, tal vez en insomnio, en cierto desequilibrio que te lleva a la ansiedad. Es interesante observar cómo cada elemento que te rodea termina siendo “uno y lo mismo”; es decir, estamos involucrados con nuestras cosas por más sencillas e insignificantes que parezc