En el “trastorno de la personalidad por evitación” ocurre que la persona se siente inadecuada, por lo general recurre a pensamientos derrotistas en los que el panorama se presenta oscuro, y en el que los otros solo aparecen para burlarse o reprochar lo que él es —la descalificación es la constante—. También es común, que por esta misma razón, necesite largos periodos de soledad para sobreponerse a sus propias impresiones luego de que se atreva a ser visto, o antes cuando planea dejarse ver. Es muy contradictorio lo que ocurre porque en el fondo quiere estar con la gente, siente que tiene algo interesante que decir y hacer, pero el temor lo limita y encierra. Dicen que la raíz del problema se encuentra en una baja autoestima, tal vez causada por una descalificación sistemática durante la infancia y adolescencia, momentos cruciales para fortalecer su imagen.

El tema es tremendamente complejo si tenemos en cuenta que la realización individual está vinculada al otro en el reconocimiento que hace de “mí” —como lo que me permite establecer mi identidad— y en la medida en que fomenta la idea de pertenecer a algo: el grupo. Estar con el otro y con los otros es un ejercicio que ha de realizarse durante toda la vida del individuo, y además de desarrollar algunos talentos necesarios para lidiar con esa relación, es fundamental sentirse cómodo siendo uno mismo; pero ¿cómo puede lograrse una relación sana si la base en la que se sustenta es la incomodidad?

Lo que recibimos de los adultos siendo niños es muy difícil de controlar, y tal vez por eso nos vemos con imágenes personales dislocadas al ser adultos. No somos responsables de lo que recibimos, así como ellos tampoco lo fueron de lo que dieron, pero en algún punto la cadena de malos referentes debe romperse. Se me ocurre que ese eslabón roto debemos ser nosotros si aceptamos que hay algo mal, que nuestra excesiva timidez y autonegación debe detenerse. Normalizar[1] las incomodidades individuales y ajenas no es la forma como vamos a sobreponernos, solo las dilataremos hasta que terminen por incapacitarnos del todo.



[1] Ocurre que acarreamos largos malestares solo porque los hemos definido como rasgos de nuestra personalidad, pero ¿y si no lo son?

Comentarios

Entradas populares de este blog