Lo que nos inspira

¿Qué es eso de inspirar? Cuando leo y repito la palabra me suena rara, la siento petrificada en el lenguaje como un acto inconsciente que da por sentado su existencia.

En la respiración, inspirar es tomar aire y su sinónimo es aspirar; en otro contexto la primera significa infundir ideas o afectos, también sentirse motivado por algo y eso puede llegar de la segunda, es decir, de la aspiración que es desear o querer.

Me gusta esta relación del verbo —que es acción— entre tomar aire e infundir aire, que sería lo concerniente a las ideas o afectos. No podríamos vivir sin la inspiración del aire, pero parece que sí podemos pasar por alto eso de inspirar ideas o afectos. Respirar no exige concentración, ni siquiera requiere de un propósito o intención, pero inspirar al otro nivel nos exige estar atentos a lo que esperamos hacer con ese aire que entramos a nuestro cuerpo, que hace que podamos “ser”[1].

Parece que eso de ser es sencillo, pero lo que hacemos con ese “ser” no es un asunto irreflexivo. Bueno, dirán que eso lo sabemos, porque todo el tiempo tenemos que decidir qué hacer con nosotros. Sin embargo, muchas de esas decisiones no pasan del nivel de hacer lo de siempre para asegurarnos una supervivencia, si no cómoda, por lo menos que no esté siempre en riesgo. Lo que significaría lo mismo que respirar sin la atención al proceso de inhalar y exhalar; para esto existe una expresión muy usada cuando nos preguntan por nuestra vida: “todo va igual”.

Se me ocurre que todo es igual cuando nada nos inspira, cuando escapamos a la pregunta de para qué hacemos lo que hacemos y, sobre todo, para qué respiramos; dicho de otra forma: qué es lo que hacemos con esta vida que somos no al nivel de la supervivencia —que eso nos toca a todos—, sino a un nivel superior, ese que me involucra de una manera seria con el sentido de “ser”.

Tal vez estoy exagerando y el tema no sea tan serio. Quizá solo se trate de preguntarse —y es un riesgo que vale la pena correr— qué ideas o afectos me mueven e inspiran en mi día a día, o si solo hago lo que tengo que hacer; a lo mejor la respuesta renueve el sentido de nuestros haceres, deseche algunos o solo los cualifique, nunca se sabe.[2]



[1] Vivir solo es respirar, nada más.

[2] La culpa de este escrito la tiene mi inclinación a creer en los héroes —en esos que inspiran—, los pequeños y los grandes, la escala no importa siempre que sus acciones en favor de la vida, y llenas de sentido, aporten dirección consciente a ellos mismos y a los demás.

 

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