Derrota o sana entrega
Es muy común escuchar entre nosotros expresiones: “no era para mí”, o “no
me convenía”, o “tal vez llegará algo mejor”, cuando nos enfrentamos ante la
negativa para el desarrollo fluido de alguna idea o proyecto que nos hayamos
planteado. Al parecer, estas afirmaciones nos consuelan y deberían permitirnos
continuar con nuestra vida; es decir, plantearnos nuevos proyectos, ilusionarnos
con nuevas ideas.
Hay quienes dicen que esas afirmaciones tal vez no están formuladas para
producir consuelo, sino para alimentar la derrota: una actitud más o menos conformista
para quien no se atreve a luchar por lo que realmente le inspira. Son algo así
como el lenguaje del cobarde quien, a pesar de poner todo su esfuerzo,
tenacidad y dedicación en la gestación de su proyecto, se entrega a un orden superior
que no quiere o no quiso que se diera.
La historia está llena de hombres quienes, pese a innumerables obstáculos,
persistieron y demostraron que tenían razón y sacaron adelante sus ideas;
ajustaron lo que tenían que ajustar, se enfrentaron con sus propias
limitaciones e hicieron de los argumentos silenciosos[1]
o llenos de palabras, que negaban la validez de sus propuestas, la base para
fortalecer sus propios discursos. Sin embargo, creo, el número de los que no lo
hicieron, que se rindieron, es mayor; pero de estos no se habla porque ellos
tampoco lo hacen. Hay cierta vergüenza para confesar nuestras derrotas[2].
Bien, pero ¿cómo saber cuándo renunciar constituye un acto de sana
entrega o de cobardía?
Se me ocurre que la respuesta está en nosotros. Si a pesar de las negativas,
de usar las “expresiones consuelo”, sentimos que nuestra propuesta vale la
pena, que estamos preparados y nos hemos esforzado los suficiente para argumentarla;
renunciar será, entonces, un acto de cobardía que siempre recordaremos en forma
de emoción: una opresión en el pecho, un vacío en el estómago, algo así. Pero
si abandonar un proyecto nos da tranquilidad y al traerlo al recuerdo nos llega
diáfano, con la comprensión de que pudo ser, pero no fue —por las
circunstancias que sean— hay aquí una sana entrega.
Tal vez solo se trate de afrontar nuestros proyectos con la seriedad y el
compromiso que requieren para que al final, se cumplan o no, estemos en paz con
nuestras decisiones.
Que disyuntiva tan fuerte nos ofrece la escritura y lo mejor es que nos invita a buscar en nosotros y solo en nosotros las respuestas
ResponderEliminarUn buen " se me ocurre" sobre todo en una época en que pululan los libros llenos de que de respuestas rápidas y superficiales a problemas que merecen una introyección más profunda en el ser.