La libertad como algo que se aprende, que se gana
Esto no lo digo yo, lo dijo Spinoza[1]
y constituyó, además, la línea filosófica que trabajó Krishnamurti [2]
durante toda su vida. Al parecer, nacemos sujetos a un sistema de ideas que
determinan no solo nuestro actuar, sino nuestra forma de pensar. Heredamos
modelos y estamos presos de ellos mientras no los cuestionemos y reflexionemos
sobre su función en nuestra vida.
Así, la libertad primera consiste en liberarnos de nosotros mismos, de la
idea que hemos construido sobre lo que somos para descubrir realmente al ser
que nos habita; solo así permitiremos una expresión creativa del vivir.
Aferrarnos a la idea de lo que soy, por lo que he sido o por lo que deseo
ser, constituye la mayor forma de esclavitud, porque nos limita y no permite la
exploración, nos convierte en multiplicadores irreflexivos de acciones,
emociones y sentimientos: el modelo limita las posibilidades para ver y encarar
la existencia.
Tal vez en esto radica tanto sufrimiento que experimentamos, los modelos
en los que nos hemos basado se agotan y en ocasiones no encajan con la realidad.
Sin la necesaria reflexión podemos morir sin saber exactamente qué es lo que
somos, con la falsa idea de haber sido libres, de haber desarrollado todo el potencial
de que disponíamos.
Se me ocurre, entonces, que ser libres implica carecer seria y
definitivamente de una idea de lo que somos basada en nuestra historia, para
explorarnos en cada momento frente a nuestros deseos, dudas, anhelos; frente a
nuestros afectos y desafectos; frente a la idea que tenemos de existir. La
tarea es dispendiosa y requiere de una fuerza de espíritu especial, porque nos
gustan los modelos, en ellos nos sentimos cómodos y no es tan fácil romperlos,
quienes te rodean harán todo lo posible para que regreses, para que no los
olvides.
Arriesgarse a no ser lo que se espera que seamos genera confrontación,
una especie de desacomodo, pero es justo en este mismo hecho —el de la
confrontación— donde es posible reforzar el sentimiento de libertad que nos
reta a ser nuevos cada día.
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